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Durante un largo periodo de tiempo dejaré de lado este blog. Es posible que vuelva, pero no sé cuando. De momento no quiero comprometerme, ni cargar con la responsabilidad que conlleva tener un blog, y tener que actualizarlo con cierta periodicidad.

Hasta pronto (espero).



Cambios climáticos, epidemias, terrorismo, pandemias, meteoritos... algunos son más probables, otros menos, pero la posibilidad está ahí y es real. Diez científicos analizan estos riesgos.


Los humanos estamos bastante satisfechos por nuestros avances tecnológicos en los últimos siglos, e incluso por algunos avances sociales. Sin embargo, hay al menos diez amenazas que podrían hacer desaparecer a la humanidad de la faz de la Tierra en un suspiro, en pocos días o en unos meses. No lo dice un predicador loco: lo dicen diez científicos preguntados por la periodista Kate Ravolious para THE GUARDIAN. Más o menos probables, estas diez formas de extinguirse nuestra especie son, sin duda alguna, posibles. Y podría suceder en los próximos años.



1. Cambio climático


Nick Brooks, investigador del Centro Tyndall para la Investigación del Cambio Climático en la Universidad de East Anglia:

“A finales de este siglo es posible que los gases invernadero se hayan doblado y que la temperatura global haya aumentado al menos 2 grados. Esto es más calor de lo que la Tierra haya experimentado ene l último millón y medio de años. En el peor caso podría alterar el clima en muchas regiones del mundo. Podría llevar a una inseguridad alimenticia global y al colapso masivo de sistemas sociales existentes, causando migraciones y conflictos por los recursos a medida que partes del mundo se hacen inhabitables. No creo que signifique el fin de los humanos, pero tendría un potencial devastador”.

Es decir, una variante de lo que hemos visto en la película El día de mañana, incluyendo los millones de norteamericanos emigrando a México...


Posibilidad de que la temperatura mundial aumente 2 grados en los próximos 70 años: ALTA.



2. Erosión de los telómeros


Reinhard Stindl, doctor en medicina de la Universidad de Viena:

“En la punta de los cromosomas de cualquier animal hay unos tapones protectores llamados telómeros. Sin ellos, nuestros cromosomas se volverían inestables. Cada vez que una célula se divide casi nunca copia completamente los telómeros, así que durante nuestra vida nuestros telómeros se acortan y acortan a medida que nuestras células se multiplican. A la larga, cuando quedan muy cortos, empezamos a ver enfermedades relacionadas con la edad: cáncer, Alzheimer, ataques del corazón, infartos...”

“Sin embargo, los telómeros no sólo se acortan por el paso del tiempo. Mi teoría es que hay una diminuta pérdida de la longitud del telómero de una generación a otra, igual que sucede con el envejecimiento en el individuo. Durante miles de generaciones los telómeros se irán erosionando hasta niveles críticos. Entonces podríamos esperar irrupciones de enfermedades del envejecimiento en etapas jóvenes de nuestra vida, y finalmente una quiebra poblacional. La erosión de los telómeros podría explicar la desaparición de especies que aparentemente tenían éxito, como el Hombre de Neardental, sin necesidad de factores externos como el cambio climático”.

Si esto fuese así, significaría que en nuestros cromosomas, desgastados de generación en generación, ya tenemos una fecha de caducidad como especie.


Posibilidad de una quiebra poblacional por erosión de los telómeros en los próximos 70 años: BAJA.



3. Pandemia viral


Lo explica la viróloga María Zambón del Health Protection Agency’s Influenza Laboratory, es decir, el laboratorio de investigación de la gripe de la sanidad británica:

“Durante el último siglo hemos tenido 4 grandes epidemias de gripe, además del SIDA y el SARS –el síndrome respiratorio severo agudo, que ha extendido el uso de mascarillas en China y Asia-. Las pandemias masivas asolan el mundo cada siglo y es inevitable que al menos una ocurra en el futuro. En estos momentos la preocupación más seria es el virus de la gripe aviar H5 en los pollos del sureste asiático. Si este virus aprendiese a transmitirse de humano a humano podría extenderse rápidamente por todo el mundo. La gripe de 1918 causó 20 millones de muertes en sólo un año, más de las que causó la Primera Guerra Mundial. Un brote similar hoy podría tener un impacto más devastador”.


La pandemia de gripe de 1918 causó 20 millones de muertos en un año


“No es interesante para un virus matar a todos sus huéspedes, así que un virus probablemente no eliminará a toda la raza humana, pero podría causar un serio retroceso durante bastantes años. Nunca podemos prepararnos completamente contra lo que hará la naturaleza: la naturaleza es el bioterrorista definitivo.


Posibilidad de una pandemia viral en los próximos 70 años: MUY ALTA.



4. Terrorismo


Habla el profesor Paul Wilkinson, presidente del consejo asesor del Centro de Estudio del Terrorismo y la Violencia Política de la Universidad de San Andrews:

“La sociedad hoy es más vulnerable al terrorismo porque es más fácil que un grupo malevolente consiga los materiales necesarios, la tecnología y la experiencia para hacer armas de destrucción masiva. Ahora mismo, la causa más probable de bajas masivas a gran escala por terrorismo sería un arma química o biológica. Liberar a gran escala algo como el ántrax o el virus de la viruela tendrían un efecto gigantesco, y las comunicaciones modernas enseguida lo convertirían en un problema transnacional.”

“En una sociedad abierta, en la que valoramos la libertad de movimientos, no podemos garantizar que un ataque así sea frenado, y hay una gran probabilidad de que un ataque importante suceda en algún sitio del mundo a lo largo de nuestra vida”.


Posibilidad de un ataque terrorista masivo en los próximos 70 años: MUY ALTA.



5. Guerra nuclear


Lord Garden, mariscal del Ejército del Aire británico y portavoz de defensa del partido Demócrata Liberal:

“En teoría una guerra nuclear podría destruir la civilización humana pero en la práctica pienso que el tiempo de ese peligro ya ha pasado. Hay tres puntos potenciales de atención nuclear actualmente: Oriente Medio, India-Pakistán y Corea del Norte. De estos, Corea del Norte es el más preocupante, con un ejército convencional, de gatillo suelto, que podría empezar una guerra por accidente. Pero me gusta pensar que las barreras contra el uso de armas nucleares se mantienen altas por la forma en que hemos desarrollado un sistema internacional de restricción del uso nuclear.”

“La probabilidad de guerra nuclear en una escala global es baja, aunque permanece la posibilidad de uso nuclear por un estado descontrolado o fanáticos extremistas”.


Posibilidad de una guerra nuclear en los próximos 70 años: BAJA.



6. Impacto de un meteorito


Donald Yeomans, director de la Oficina del Programa de Objetos Cercanos a la Tierra de la NASA:

“A escalas de tiempo muy grandes, el riesgo de morir como resultado del impacto de un objeto cercano a la Tierra es aproximadamente equivalente al riesgo de morir en un accidente de avión. Para causar un problema grande a nuestra civilización, el impacto tendría que ser de alrededor 1,5 kilómetros de ancho o mayor. Esperamos un acontecimiento de este tipo cada millón de años, aproximadamente. Los peligros asociados con un impacto así de grande incluyen una cantidad enorme de polvo en la atmósfera que podría apagar la luz solar durante semanas afectando a la vida de las plantas y de las cosechas que sustentan la vida. Habría tormentas de fuego como resultado de la reentrada de fragmentos calientes y una grave lluvia ácida. Todos estos efectos son a corto plazo –relativamente- de modo que las especies más adaptables (las cucarachas y los humanos, por ejemplo) podrían probablemente sobrevivir.


Posibilidad de que la Tierra sea golpeada por un gran asteroide en los próximos 70 años: MEDIA.



7. Los robots toman el mando


Hans Moravec, profesor investigador del Instituto de Robótica de la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburg:

“Los controladores robóticos doblan su complejidad (potencia de procesamiento) cada año o cada dos años. Actualmente están justo por debajo del rango inferior de la complejidad vertebrada, pero deberían alcanzarnos a mitad de siglo. Para el 2050 preveo que habrá robots con un poder mental como el de los humanos, con capcidad de abstracción y de generalización.”

“Estas máquinas inteligentes aprenderán de nosotros, crecerán a partir de nosotros, compartirán nuestros valores y objetivos y pueden verse como los hijos de nuestra mente. No sólo nos cuidarán en casa, sino que ejercerán tareas complejas que actualmente requieren la participación humana, como diagnosticar enfermedades y recomendar una cura o terapia. Serán nuestros herederos y nos ofrecerán la mejor posibilidad que podamos tener de llegar a la inmortalidad si nosotros mismos nos incorporamos en robots avanzados”.



En este supuesto queda por ver si los robots se rebelan (y eliminan/subyugan la raza humana, cuya utilidad sería dudosa) o si bien los humanos, de forma masiva, prefieren robotizar tanto sus cuerpos y cerebros que dejarían de merecer el nombre de humanos.


Posibilidad de robots superinteligentes en los próximos 70 años: ALTA.



8. Bombardeo de rayos cósmicos por el estallido de una estrella


Lo explica Nir Shaviv, profesor de Física en la Hebrew University de Jerusalén:

“Cada pocas décadas, una estrella gigante de nuestra galaxia, de la Vía Láctea, se queda sin combustible y explota. Es lo que se llama una supernova. Los rayos cósmicos (partículas de alta energía, como los rayos gamma) se extienden en todas las direcciones. Si resulta que la Tierra está en medio, pueden provocar una Edad de Hielo. Si la Tierra ya tiene un clima frío, una descarga extra de rayos cósmicos podría hacer que las cosas se helasen de verdad y quizá causar la extinción de una serie de especies. La Tierra corre más peligro cuando pasa a través del brazo espiral de la Vía Láctea, que es donde hay más supernovas. Esto sucede aproximadamente cada 150 millones de años. Los indicadores paleoclimáticos muestran que en esos momentos ha habido un periodo frío en la Tierra, con más hielo en los polos y muchas edades glaciales.”

“Actualmente estamos casi saliendo del brazo Sagitario-Carina de la Vía Láctea y la Tierra debería tener un clima caliente durante unos millones de años. Pero en unos 60 millones de años entraremos en el brazo Perseo y es probable que las condiciones heladas vuelvan a dominar.”


Posibilidad de ser bombardeados por una supernova en los próximos 70 años: BAJA.



9. Supervolcanes


Profesor Bill McGuire, director del Benfield Hazard Research Centre en la University College de Londres.

“Aproximadamente cada 50.000 años la Tierra experimenta un supervolcán. Más de 1.000 kilómetros cuadrados de tierra pueden deshacerse en un flujo de ceniza piroclástica, todo alrededor puede cubrirse de ceniza y gases sulfúricos se inyectarían en la atmósfera, creando un fino velo de ácido sulfúrico alrededor del planeta que no dejaría pasar la luz del sol durante años. En pleno día no habría más luz que en una noche de luna llena.”

“El daño global de un supervolcán depende de dónde se produzca y cuánto tiempo el gas tape la atmósfera. Taupo, en Nueva Zelanda, fue el supervolcán más reciente, hace 26.500 años. Sin embargo, el más dañino supervolcán en la historia humana fue Toba, en Sumatra, Indonesia, hace 74.000 años. Estaba bastante cerca del ecuador, así que inyectó gas rápidamente en ambos hemisferios. Los datos demuestran que las temperaturas bajaron dramáticamente los cinco o seis años siguientes, con condiciones heladas en los trópicos.”

“Un supervolcán en 12 veces más probable que el impacto con un meteorito grande. Hay un 0,15% de probabilidad de que suceda en nuestra vida. Los sitios que hay que vigilar son los que ya explotaron en el pasado, como Yellowstone en EEUU y Toba. Pero más preocupante aún es saber que un supervolcán podría estallar en un sitio que no haya estallado nunca antes, como bajo la selva tropical del Amazonas”.


Posibilidad de un supervolcán en los próximos 70 años: MUY ALTA.



10. La Tierra, engullida por un agujero negro.


Richard Wilson, profesor de física e investigador de la Universidad de Harvard (EEUU):

“Hará unos siete años, cuando el Recolector Relativista de Iones Pesados se estaba construyendo en el Laboratorio Nacional Brookhaven de Nueva York, había la preocupación de que pudiera formarse un estado de materia densa que no había existido antes. En aquel momento era el acelerador de partículas más grande construido en el mundo y permitía hacer que chocasen con inmensa fuerza iones de oro. El riesgo era que aquello pudiera llegar a una fase que fuera suficientemente densa como para ser como un agujero negro, tomando materia del exterior.”

“¿Acabarían los laboratorios Brookhaven –y quizá también la Tierra entera- engullidos por un agujero negro creado por el nuevo acelerador? Usando la información que ya conocemos sobre los agujeros negros en el espacio exterior, hicimos un cálculo para descubrir si el acelerador de partículas de Brookhaven era capaz de formar tal agujero negro. Ahora estamos bastante seguros de que esa fase de la materia no se formará en Brookhaven y que no se tragará a la Tierra cuando colisionen estas partículas”.


Posibilidad de que un agujero negro engulla la Tierra en los próximos 70 años: EXTREMADAMENTE BAJA... aunque quizá dentro de unos decenios, con otros aceleradores de partículas...



Cuarto Milenio es un programa de televisión español presentado y dirigido por el periodista alavés Iker Jiménez. En este programa se analizan fenómenos paranormales y misterios sin resolver. Se emite actualmente en Cuatro todos los domingos alrededor de las 23:45h.

Iker Jiménez, que también conduce un programa de radio llamado Milenio 3. En ambos espacios cuenta con la colaboración de su esposa, la también periodista, Carmen Porter y un equipo de reporteros formado por periodistas que viajan por España y el extranjero. El equipo está capitaneado por un viejo conocido, Santiago Camacho, así como por Luis Álvarez, Juan Jesús Vallejo, Pablo Villarrubia, el experto en criminología Paco Pérez Caballero -hijo de Paco Pérez Abellán -, Gerardo Peláez y Carlos Largo. Cada reportaje es planteado en mesa en forma de debate donde se analiza la información de cada reportaje, contando en ocasiones con la colaboración de historiadores, científicos, médicos (como el experto en psiquiatría forense, el doctor José Cabrera Forneiro), o el doctor en antropología José Luis Cardero, así como catedráticos, sacerdotes y expertos en cine (como Jesús Palacios).

A continuación tenéis los enlaces posteados:


Primera temporada

Segunda temporada


Tercera temporada

Cuarta temporada

Quinta temporada


IMPORTANTE: Para acceder a los enlaces de cada capítulo hay que registrarse en la web indicada: http://www.vagos.es/
Para registrarte visita este enlace: http://www.vagos.es/register.php


Que las disfrutéis.




Capítulo 10 y final


Evité su hoja unas cuantas veces más, hasta que mis reflejos, cansados, me traicionaron. Noté el frío acero del arma incrustándose en mi costado.
Sara gritó ante aquella escena. Retrocedí hasta toparme con la pared, y apretando con fuerza la herida con mi mano, intenté mantener la compostura. No podía permitirme perder el conocimiento, no iba a dejar que ese lunático le hiciese daño a mi hija.
-Mis hombres han muerto para que tu, un dichoso almirante, salga de la isla, mientras yo me pudro en este maldito lugar de locos… ¡me niego a aceptarlo, tú te vienes conmigo al infierno!- Se abalanzó sobre mí, dispuesto a asestarme un golpe fulminante.
Pensé lo más rápido que pude; noté con mi mano que la herida no era tan profunda, y me convencí a mi mismo de que podía vencer a Corcel. Mire hacia arriba, había unos cuantos adornos en la pared, entre ellos algo que parecía ser la composición ósea de un extraño pez que desconocía, pero su columna vertebral podría salvarme la vida…
Furioso, encajé mis nudillos en la cara del pirata, con un fuerte gancho de izquierda. Lo que tardó en zarandear su cabeza para deshacerse del dolor, mis manos ya estaban empuñando aquella espada improvisada de hueso.
Corté el aire que nos separaba, ganando terreno. Sara a lo lejos me animaba.
-¡Tendría que haberte matado cuando tuve la oportunidad!- exclamó Corcel.
-¿Quieres decir que ya no tienes una oportunidad. Tan débil eres que no puedes contra un hombre malherido y armado con un hueso?- quise avivar el fuego del capitán, un asalto colérico por su parte era lo que necesitaba para acabar con él.
Parecía estar conteniéndose, sin embargo sus ojos no dejaban de emanar un profundo odio.
-Los piratas sois todos iguales… sois como perros, si no estais en manada os volveis cobardes ante una espada.- Aquella palabras le hicieron estallar, como si aquella mirada fuese un barril de pólvora, aguardando la llama que encendería su mecha.
Me atacó con una ira desproporcionada, contraataqué, ataqué, contraataqué, y lo ensarté. Sus movimientos me habían permitido encontrar una gran abertura en su estómago, de la que ni el mejor espadachín del mundo habría podido librarse.
Atravesé de lado a lado aquel cuerpo sucio y sudoroso, desgarrando a su paso, las vértebras de mi arma ósea, las entrañas del capitán. Este no tardó mucho en dar su último aliento.
La sangre derramada de Corcel bañó el sueño, empapando la suela de mi desgastado calzado.
Sara me abrazó. Le devolví el abrazo, aunque estaba demasiado preocupado por mi herida… la había forzado demasiado. Me quite la estropeada casaca, y levanté la harapienta camisa.
-No es nada, papá.- dijo Sara, tranquilizándome.
En ese momento, Zhaltis entró por la puerta, y quedó asombrado, ante el escenario.
Se lo expliqué todo, antes de que pensase algo más allá de la realidad. El líder del clan se mostró comprensivo, aunque hubo algo que entristeció su mirada, y ciertamente no era la pena hacia el capitán.
La reacción de Zhaltis pareció despertar algún tipo de sentimiento o recuerdo en Sara, que hizo que se le humedecieran los ojos.
-Sara, hija mía, ¿qué te ocurre?
No supo responderme.
-Hace innumerables años…- habló Zhaltis, con una mirada melancólica -un numeroso grupo de humanos naufragó en esta isla. Al poco tiempo, Cetros se manifestó ante ellos y les dijo “no habrá humanos en mi isla, iros o morid”. Ante la imposibilidad de irse, aquellas personas hicieron un pacto: juraron que dejarían de comportarse como humanos, dejarían de ser egoístas, agresivos, ambiciosos y traicioneros, a cambio de una oportunidad en este lugar. Cetros aceptó el trato señalando sus condiciones; si entre ellos se vertía sangre de violencia, aquel sello dejaría de tener valor. Pero si se mantenía el pacto, y esas personas dejaban de lado sus defectos para evolucionar como buenas personas, el dios de la isla les procuraría una eternidad de paz.
-Vosotros… fuisteis humanos… -dije asombrado en voz muy baja, casi inaudible.
-Ahora que se ha derramado sangre en nuestra comunidad, puede que Cetros decida romper el pacto…
-Pero, yo no lo sabía… además, no tenía alternativa… era él o yo. -me justifiqué como pude.
-El fallo ha sido nuestro, por haber querido que pasaseis la noche aquí. Tu hija y tu partiréis ahora mismo, no quiero ver un humano nunca más.
-Pero… Cetros…- dije, con la conciencia torturándome.
-Eso no es asunto tuyo.
-Estoy dispuesto a explicárselo todo, a decirle que vosotros, que vuestro trato, no ha tenido nada que ver en esta pelea.
- No lo entiendes, tu mente inferior no sabe asimilarlo… imagínate que decides acoger a un lobo en tu casa, y este lobo ataca a tu familia. ¿De quién piensas que es la culpa?
Me quede mudo ante aquella aclaración.
-Después de todo, los humanos no tenéis arreglo.



FIN

Isla (parte 9)



Capítulo 9


Finalmente había alcanzado aquel sueño. Cuando Sara desapareció, no quise aceptar su más que evidente muerte, y aunque una parte de mi me decía que desistiera en el intento, busqué y busqué. Y ahora estoy en esta tierra mágica, donde, a pesar de estar rodeado de criaturas mitológicas, lo que me resulta más increíble de todo… es estar de nuevo con mi hija.
Cetros se despidió de mí con una sonrisa, y me dijo que desde ese momento sería el líder quien se encargaría de mí. Una vez dicho volvió a la superficie por donde habíamos venido.
El líder, quien dijo llamarse Zhaltis, se dirigió hacia nosotros, y me felicitó con una sonrisa por el reencuentro. El capitán pirata lo siguió de cerca.
- ¿Y qué pasa conmigo?- preguntó Corcel, quien hacía rato que había pasado a un segundo plano, y se estaba limitando únicamente a observar y escuchar.
- No tengo motivos para dejarte salir de la isla, aunque tampoco tengo intenciones de matarte. –dijo el líder Zhaltis.
- Pues menuda cultura “desarrollada”... no sois más injustos que los humanos. –ironizó Corcel entre dientes.
- No oséis hablar mal de mi gente en mi presencia. Podría haberle dicho a Cetros que se ocupase de vos, y sin duda os habría matado, debéis estar agradecido. Es más, seréis el primer hombre a quien no juzguemos severamente… a pesar de que no seáis más que un despreciable lobo de mar. –farfulló el líder, con el ceño fruncido.
- ¿Y cómo sabéis vos de mi condición?
- Tus ideas, pensamientos, y sueños… no son ningún secreto para nosotros. Nos es extremadamente fácil advertir, en los humanos, las intenciones, y conocer vuestro pasado con tan sólo husmear en vuestros recuerdos.
- ¿Y por eso dejáis irse a Glen, porque sabéis que lo que dice es cierto?
- Sí, un almirante de la Marina Imperial no puede tener un pasado oscuro, ni maldad en su corazón, se requieren muchos honores para ostentar un rango así.
- ¡¿Almirante?! –exclamó Corcel, mirándome directamente. Había descubierto mi mentira.
- Siento haberos mentido, pero si cuando me preguntasteis aquello hubiese respondido con sinceridad… me habríais matado. –me justifiqué del mejor modo posible.
- Me siento como un estúpido… -el capitán dio media vuelta y echó a andar, nadie se preocupó en frenarlo, tampoco iba a irse demasiado lejos…

No tardé mucho en olvidar aquel asunto. Entonces, Zhaltis, dispuso una habitación para pasar la noche. Y como prometió, añadió que al alba nos dejaría partir en una de sus embarcaciones, que nos esperaría en el muelle, el mismo que vi cuando llegué a la isla y me dispuse a bordearla.
Uno de sus súbditos nos guió a Sara y a mí a una de las estancias, que llenaban los innumerables huecos de aquella brillante y colosal edificación cilíndrica. La habitación estaba invadida de adornos marinos (conchas, algas, corales) que recorrían en forma de pintura y relieve todo el habitáculo. Las camas, adosadas al suelo, estaban cubiertas por una gruesa y cómoda tela que recordaba a las pieles.
Sin embargo, aquella noche mis ojos no podían cerrarse, estaban absortos en Sara, en sus ilusionadas palabras. Comenzó a hablar sobre su odisea en la isla, del excelente trato que había recibido, y de las cosas tan increíbles que había vivido. Incluso reconoció que le daba una profunda pena tener que abandonar aquel lugar, aunque la idea de retomar su antigua vida a mi lado –me decía- le disipaba toda duda.
Yo le hablé de mi aventura, de cómo conocía Corcel y a Cetros, y de cómo llegué hasta ese submundo. Atenta, escuchó mi historia.

Horas después, mi cuerpo recordó que llevaba horas sin comer, y muchas horas más sin dormir cómodamente. Y aunque quise oponerme al cansancio, me quedé dormido sobre la cama, abrazando a mi hija con fuerza, para no perderla nunca más.
Mientras dormía, una sombra se deslizó dentro de mi habitación. Y como si un ángel me estuviese avisando del inminente peligro, abrí los ojos y descubrí a Corcel, empuñando un oxidado cuchillo que amenazaba mi cuello.
Coloqué la suela de mi desgastada bota bajo su estómago, y flexionando con fuerza la rodilla, Corcel salió catapultado al otro lado de la habitación, estrellándose bruscamente contra la pared.
Furioso, se levantó y realizó un segundo ataque sobre mí. Sara se despertó con el golpe, le dije que se ocultara tras de mí.
Intenté evitar las estocadas del pirata con toda la destreza que pude, pero yo no tenía arma, y la habilidad con la que él atacaba no me dejaría muchos más asaltos con vida. Además, por más que miraba a mi alrededor, en busca de un arma improvisada, no pude encontrar nada, y de más sabía que aquellas gente no elaboraban ningún artefacto destinado a herir o matar.
Sabía la gravedad de la situación, estaba seguro que era cuestión de tiempo y de suerte que en cualquier momento me propinara una puñalada y me matara.


Próximamente la parte 10 y final.

Isla (parte 8)



Capítulo 8

Cetros caminó entre la gente, atravesando uno de los puentes de piedra, que dejaban a la vista el vacío infinito de aquella estructura cilíndrica tan colosal. Nosotros, sintiéndonos como los más ignorantes del mundo, ante aquella nueva cultura, no nos separábamos de Cetros, y nos limitamos a escrutar, maravillados, la ciudad subterránea.
Era curioso observar como nadie reparaba en Cetros, al parecer el centauro se había paseado más de una vez por aquel lugar. Aunque más curioso aún era la forma en la que la gente nos miraba a Corcel y a mí: pues no expresaban miedo sus rostros, tampoco odio, simplemente curiosidad. Pero no una curiosidad alarmante que les hiciera pararse en seco y preguntarse ¿qué hacen aquí unos humanos? Era simplemente una mirada de reojo, nada más. Pensé que no éramos los únicos humanos de aquel lugar, pues estaban demasiado acostumbrados a nosotros.
Unos minutos después, nos detuvimos ante el umbral de una puerta. Estaba más decorada que el resto de las viviendas adosadas, con cortinas y adornos triviales en su dintel.
- Aquí vive el líder de esta gente. Quiero que lo conozcáis.

Tras decir aquellas firmes palabras, Cetros entro. Nosotros le seguimos, con recelo y temerosos.
En su interior encontramos una curiosa sala, pues aunque la estancia no era más grande que una habitación normal, el lujo que albergaba y los detallados grabados en las paredes la hacían parecer un palacio en miniatura.
Frente a nosotros había un trono, cubierto por telas de todos los colores, y sobre él, una de aquellas criaturas tan afines a nosotros. Tenía marcas en la cara, parecían tatuajes, la piel más azul de lo que recordaba y un oscuro cabello largo y trenzado. Aquellas enormes pupilas nos observaron con una expresión inhóspita y severa.
Comenzó a dirigirse a Cetros en una lengua incomprensible para mis oídos. El tono resultaba algo violento, no era nada bien lo que le estaba diciendo al centauro. Este último le respondió en la misma lengua, aunque más sereno.

Conversaron en aquella lengua arcaica largo tiempo, hasta que el fiero líder me preguntó:
- ¿Te llamas Glen Aura? –era sorprendente, también hablaba mi idioma.
- Así es… -respondí, intimidado por aquella voz tan ruda e imponente.
- Vaya… ¿y cómo has encontrado la isla?
- No la he encontrado, llegué aquí cuando mi barco naufragó. –repuse.
- Sin embargo, tu barco estaba buscando una isla.
- No entiendo lo que queréis decir.
- ¿Pensáis que vuestra hija puede caminar sobre las olas? Si la estabais buscando a ella por estas aguas, quiere decir que sospechabais que aterrizó en una isla.
Me quedé paralizado… ¿cómo sabia él de Sara? Me temblaban las piernas, sentía un escalofrío que me hizo tragar saliva. Nervioso e inseguro pregunté:
- ¿Cómo… sabéis vos… de la existencia de mi hija?
- “Sara Aura” es el nombre con el que se presentó la niña que, hace dos años, llegó a la costa tras un naufragio.
Me quedé mudo por un segundo.
- ¡¿Y qué le hicisteis?! – grité, colérico.
- Estúpido humano… - suspiró. – la acogimos entre los nuestros como a una más. Tu hija, por fortuna, aún no había sido corrompida por la sucia mugre que os caracteriza a vosotros los humanos.
- ¡¿Qué, sigue viva?! – sentí sobre mis hombros una montaña de felicidad, que inundó mi rostro con lágrimas.
- Aquí todos la conocen como la pequeña Aura. Y sí, está viva. – se levantó de su trono, revelando su imponente tamaño, era casi dos cabezas más grande que yo. Salió de morada, yo seguí sus pasos acérrimo a las consecuencias.
- ¡¡Nashlium, dile a Aura que se presente ante mí!! – gritó a viva voz, dirigiéndose a una de aquellas criaturas, que custodiaba la entrada a un recinto en la planta inferior del extremo opuesto. Esta, al oírlo, asintió con la cabeza.
El líder se volvió hacia mí y me dijo:
- Existen sesenta y nueve colonias como esta, repartidas por todo el mundo. Mi gente no necesita más que un espacio amplio bajo el suelo, para vivir feliz hasta el final de sus días. – No entendía del todo a donde quería llegar, también era difícil asimilar todo aquello, y más cuando una inmensa emoción me estaba consumiendo. Pero escuchar era lo mínimo que podía hacer por ese hombre, que salvó la vida de mi hija. – Lo que nos diferencia a los humanos y a nosotros, es que mi raza carece de ambiciones. Por ello, podemos vivir felices para siempre y con poco. Nacer sobre un pajar con una manzana, y morir sobre el mismo pajar con la misma manzana, y a pesar de eso, poder considerarnos los seres más felices de la Tierra a la hora de nuestra muerte. – la expresión de su rostro se volvió un tanto melancólica. – Me dais mucha pena, vosotros… una raza maldita, destinada a ambicionar sueños imposibles por los que matar y morir. Tarde o temprano os autodestruiréis.
Pero iré al grano, lo que quiero decir… es que, aunque sea la primera excepción en doscientos años, dejaré que te vayas de la isla con tu hija. Os facilitaré una embarcación y podréis iros de aquí.

Todo me parecía tan perfecto, tan irreal… que no pude evitar temerme una trampa, o al menos sospechar, pero no quería parecer descortés después de tan generoso gesto.
- Pero… ¿por qué? ¿cómo me hacéis merecedor de tan inmensa alegría?
- Tu hija… es un ser maravilloso, entrañable. Cuando llegó aquí no paraba de preguntar por su padre, y el que hayas estado dos años buscando aire en mitad del mar, delata tu pasión por ella. Os merecéis reanudar vuestras vidas.
En ese momento, noté como una mano me tiraba del pantalón. Y al girarme la vi a ella, mi hija, Sara. El motivo de mis desvelos durante dos años. Estaba mucho más alta, más guapa, vestida con las ropas típicas de aquellas gentes, que la hacían incluso más adorable de lo que yo la recordaba. Rompí a llorar y la abracé. Ella comenzó a gritar mi nombre, y me devolvió el abrazo con todas sus fuerzas.


Próximamente, la parte 9.

Isla (parte 7)



Capítulo 7

- Incautos, frágiles y egocéntricos humanos. Además sois incrédulos hasta de vuestros propios anhelos. ¿Tan patéticos sois? – dijo el cuadrúpedo.
- Es asombroso… -musité. Mientras el capitán yacía, al igual que yo, absorto en aquel horizonte de piedra.
- Y qué mejor vista que la de un paraíso perdido, para cerrar los ojos por última vez. –sentenció el centauro, abriendo lentamente las palmas de las manos, y con un desconcertante fulgor en sus ojos. Corcel y yo salimos de nuestro ensimismamiento ante aquel panorama.
Mi cuerpo se petrificó, como si mil cadenas estuviesen apretando con fuerza mis extremidades. Noté, ante aquel dolor por aplastamiento, como un líquido húmedo resbalaba por la comisura de mis labios.
La presión cada vez era mayor, sentía como si mis entrañas se estuviesen comprimiendo, como si mi último aliento estuviese a punto de escaparse.
Pero, contra todo pronóstico, la presión remitió, y en unos segundos desapareció aquella fuerza invisible que me aplastaba. Sin embargo, el dolor no se iría con la misma prisa.
- Tu nombre.- gruñó el centauro, con su mirada fija en mí.
- Glen… -tosí para poder continuar. –Glen Aura.
- Oh… ya veo. –rió.
En ese momento, el capitán Corcel cayó al suelo, de rodillas, abatido. Al parecer yo no era el único que había sido sometido a aquella tortura.
Acompañadme. -dijo, con una bienvenida serenidad en sus palabras, retomando el verde de sus ojos y el rojo cálido en la piel.

Varios metros de arena húmeda se extendían frente a nosotros, antes de fundirse con el ladrillo blanco que iniciaba el camino hacia aquella ciudad. Más adelante, zigzagueantes calles y pasillos de mármol grisáceo, llenos de algas y corales, se repartían por toda la ciudad.
El centauro se adelantó, y se adentró en la metrópoli. El capitán y yo le seguimos sin dudarlo. Embobados por nuestro entorno, no nos percatamos ni siquiera de hacia donde íbamos, y cuando menos lo esperamos, nos encontrábamos ante una colosal puerta, custodiada por una todavía más imponente piedra tallada, que cubría perfectamente la entrada, sin permitir el acceso ni a un sorbo de aire. Sobre la enorme losa se habían tallado unas extrañas inscripciones, parecían runas, pero vistas con más objetividad recordaban al griego antiguo, aunque enormemente desvariado y transformado.

El centauro posó sus grandes manos sobre la losa, y comenzó a murmurar algo inaudible en voz baja. De repente, la inamovible piedra se desplazó a un lado, como por arte de magia.
Corcel quedó tan atónito como yo. Recelosos seguimos al centauro, que se aventuro sin dudarlo y cruzó el umbral de aquella gran puerta.
- Por cierto, mi nombre es Cetros. –se presentó.
- Es un placer. –dije con cierta timidez.
- Corcel. – dijo el capitán.
- ¿No… no vas a matarnos? –pregunté, temeroso, ante la insoportable duda de porqué había matado a todos menos a nosotros dos.
- Todo a su debido tiempo. –dijo, y calló.
El túnel que sucedía a aquella entrada parecía no tener fin, estaba alumbrado por las extrañas luces celestes que cubrían como un mar estrellado toda la ciudad, y al parecer también su interior. Sin embargo, aquella conversación era tan prometedora que el hecho de llevar varios minutos caminando en línea recta por un pasillo infinito resultaba irrelevante.
- Pero no comprendo, Cetros –repuse. - ¿Cómo nunca nadie ha intentado colonizar esta isla? ¿Cuánto tiempo lleva esta gente viviendo aquí? Habrán sido innumerables años, para haber construido una ciudad submarina tan impresionante como esta.
- Muchos años, joven humano, que no te quepa duda. Sin embargo, el Dios del Océano custodia, al igual que yo, esta isla. Y el viento y las aguas alejan a toda embarcación de la costa. Por desgracia, el azar siempre hace inevitable que algún navío aterrice aquí. Pero por fortuna, nadie sale con vida de la isla, por eso nadie conoce su ubicación exacta.
Aquellas palabras hicieron que tragase saliva. Empecé a darme cuenta de que estaba demasiado asombrado con aquel lugar, tanto que no me había parado a pensar en que mi vida y la del capitán pendían de un hilo. Corcel escuchó aquellas palabras, y noté como empezaron a temblarle las manos. No era para menos, aquella criatura era un semidiós, no había fuga posible.
Finalmente vimos un resplandor al final del túnel, la salida.

Y al cruzar el umbral vimos algo, que por exagerado que parezca, superaba con creces el maravilloso espectáculo que acabábamos de presenciar ahí afuera.
Por lo visto, la parte de isla que había en la superficie no era ni una décima de la enorme monstruosidad que componía la isla. Recordaba a un iceberg, donde un diminuto trozo de hielo flotando a la deriva era en realidad un titánico glaciar sumergido.
Llegue incluso a pensar que la isla no era más que la cima de una montaña submarina, pues lo que vieron mis ojos en ese momento no tenía nombre:
Una cavidad cilíndrica de exorbitadas proporciones, que crecía desde las entrañas de la isla, trepando hasta la más alta cumbre subterránea. A su alrededor, infinidad de túneles, como el que acabábamos de atravesar, conectaban con distintas zonas de la isla sumergida.
Pero sin duda, lo más asombroso, era la ceremonia de color, luces y movimiento que se reflejaba en mis ojos. Montones de personas recorrían los puentes de piedra que conectaban el radio de aquel gran cilindro, otras muchas pasaban frente a nosotros, a lo lejos y cerca. Paseando de un túnel a otro, entrando, saliendo, era un movimiento frenético al cual mis ojos no daban crédito. Tiendas y mercados, viviendas adosadas a las paredes... ¡Había toda una nación en las entrañas de aquella isla! Una región, que al parecer, no distinguía el día de la noche, pues a pesar de estar la luna coronando el cielo, aquellas gentes se movían de un lado para otro como a primera hora de la mañana en cualquier ciudad del Imperio. ¡Era asombroso! Y más increíble aún era el aspecto de aquellas personas. Pues aunque mantenían muchos rasgos y la constitución de un ser humano, su piel degradaba hacia un tono azulado pálido, en lugar de tener la calidez rosada de la piel humana. Sus ojos además, eran bastante más rasgados, de enormes pupilas y largas pestañas. Pero por lo demás, eran igual que nosotros... caminaban igual, se peinaban igual... ¡hasta utilizaban textiles muy similares a los nuestros para confeccionar su ropa! Era como estar viviendo en un universo paralelo.


Próximamente, la parte 8.

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