Parte II: Encuentro

Parte I: Recuerdos


Parte II: Encuentro

Al oír aquellas palabras, mi padre entró en cólera y contra un dolor aberrante e inhumano, se levantó, propinando un puñetazo a su verdugo. Este entró en cólera:
-¡Bastardo!- maldijo, y sin mediar una palabra más, ensartó el cuello de mi padre con la escarchada hoja de acero que ocultaba bajo su capa.
Mis ojos no daban crédito, mi cerebro aún no había asimilado la situación, para mi aquello no era mas que una pesadilla, una horrible pesadilla.
Entré en un estado de angustia inexplicable, mis ojos se inundaron de lágrimas y sin control alguno salí corriendo, huyendo, fuera de la casa.
Los asesinos se burlaron, escuché sus risas mientras me alejaba, hasta yo mismo sabía que no llegaría muy lejos.
Una fina tela me separaba de aquel frío invernal, mi propio vaho me cegaba, el frío me paralizaba poco a poco. Mis pies descalzos se helaban al pisar la nieve.
No tardé mucho en caer al suelo hecho un ovillo, al borde de la hipotermia.
Vi como se acercaban a mí. Ya me daba igual morir, todo era mejor que aquel infierno de hielo y sangre.
Mientras se aproximaban, hablaban entre ellos. No pude escucharles, pero se estaban mofando de mí. Acababan de destrozar dos vidas y estaban tan tranquilos, eran personas sin moral ni conciencia alguna, me parecía increíble que existiese tal malicia en el mundo. Pero ya todo me daba igual, iba a morir, y por mucho que maldijese a esos dos nada iba a cambiar.
-¿Qué haces tú ahí, de donde has salido?- preguntó uno algo alterado, delatando que había sido sorprendido.
-¿Quién eres?- preguntó el segundo. Sus miradas se desviaban hacia la derecha, había alguien mas allí ¿pero quién? Escapaba a mi campo de visión, mis músculos helados no respondían. Intenté inclinarme para observar y pude ver a un tercer hombre. Corpulento, con humildes ropas de abrigo, una tez pálida y una descuidada barba. Parecía un ermitaño más de aquellas montañas.
-¡Te he hecho una pregunta!- exclamó el asesino de mi padre, mostrando su arma, amenazante. Su compañero empuñó el mango que sobresalía de su cinto, intentando intimidar al recién llegado.
-No tiene sentido que le diga mi nombre a dos personas que van a morir ahora- sentenció el enigmático personaje. No albergaba ni un signo de alteración en su cara, estaba totalmente calmado, a pesar de la alarmante situación.
-¡Insolente, cómo te atreves! ¡Ni siquiera vas armado!-
-No es necesario portar una espada para aplastar a dos gusanos-
-¡Yo te mato, bastardo!- El asesino entró en ira, y se abalanzó enarbolando su espada contra aquella persona.
Lo que pasó después, no pude verlo, mis ojos no fueron lo suficientemente rápidos, jamás había presenciado algo así.
Aquel hombre, con un delicado giro de muñeca desvió por completo la trayectoria del estoque. Y sin poder explicar cómo, lo siguiente que ví fue el cuello del asesino empapado en sangre, y la espada del mismo en las manos de aquel hombre.
Los abiertos ojos del segundo bandido contemplaban atónitos la ejecución de su compañero.
Pero lo más asombroso aún estaba por llegar. Aquel individuo, una vez decapitó a su adversario, tiró el arma homicida al suelo.
Quedaba otro bandido ¿porqué soltó el arma? ¿tan sobrado iba? me pregunté.

1 Comment:

  1. V said...
    Uf Uf!
    Sin duda haces que me meta dentro del relato y es como si viviera todo en primera persona, siento incluso el frío de la nieve en mi piel.

    Deseando leer el siguiente....
    ¿Quién será el extraño personaje?

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